Cuando vayamos de vacaciones hacia la capital de Alemania, sin duda que alguien nos aconseja a tratar de conocer a alguno de sus innumerables puentes, los cuales prácticamente nos encontramos por doquier. En este mismo estilo de visita, quizá una recomendación viable sea la de tratar de conocer al Puente del Palacio.
El Puente del Palacio en realidad tiene el nombre de Schlossbrucke, el cual viene a ser una de las construcciones más hermosos para recorrer en cada uno de sus centímetros de su extensión. La historia no puede ser esquiva en este lugar, ya que se menciona la presencia de un puente de madera que anteriormente estuvo ubicado aquí mismo, el cual en cambio tenía el nombre de Puente de los Perros; este particular nombre se lo habría dedicado debido a que en este preciso lugar se llegaron a reunir todos aquellos cazadores que posteriormente partirían hacia sus diferentes actividades de caza mayor y menor en la región.
Debido a que el Puente de los Perros estuvo ya en decadencia se decidió construir a uno completamente nuevo y más actual en la época, algo que habría ocurrido entre el año de 1821 hasta 1824; se conoce que el mentor, diseñado y constructor de este puente fue Karl Friedrich Schinkel, quien también se habría encargado de otras obras de relevada importancia tales como el Schauspielhaus, Neue Wache y el Altes Museum. Hablando específicamente del diseño que esta contemplado en este Puente del Palacio, en el mismo se puede admirar la presencia de unas cuantas esculturas, las cuales se encuentran ubicadas en sitios estratégicos y además, visibles para todo aquel que visite este puente.
Así por ejemplo, el Puente del Palacio esta ubicado sobre unos cuantos pilares a manera de columnas, las cuales llegan a sostener a un ángel cada una, lo que nos ofrece como resultado la ocho distintos ángeles y esculturas, todos muy bien diseñados y esculpidos que llegan a ser de gran admiración tanto por propios como para extraños; una serie de estatuas llegar a mostrar el crecimiento así como también el desarrollo de un héroe, pudiendo notarse a la juventud, madurez y posteriormente a la muerte del mismo.
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