Conocida por su belleza como la “Polinesia Brasilera” es un verdadero paraíso, el Eden en la tierra, mezcla de vegetación, mar y un maravilloso paisaje natural, lo que la torna ideal para el hoy tan moderno turismo ecológico. Localizada a 50 mk de Salvador, posee 12 km de playas de aguas cristalinas, en un marco de arenas blancas que albergan dunas, coquerales, piscinas naturales, además de poseer como atractivo un antiguo castillo, y por supuesto la reserva ecológica de Sapiranga, una de las más importantes en su especie que cuenta con ríos y una riquisima fauna y flora marina.
La villa, antigua aldea de pescadores, es de lo más pintoresca, pues además de haber sido “agiornada” por el turismo, y su respectivo entorno comercial, pues hay hoteles, para todos los gustos, los hay con lujos y de los más rústicos al igual que la gastronomía y los bares. Por su parte aún guarda para si parte de la esencia que la vio nacer con decoraciones pesqueras y locales de artesanías, lo que dan un toque natural a las construcciones modernas.
Para mantenerla lo mas natural posible, y por la conciencia que tienen sus pobladores de la naturaleza con la que fueran agraciados, deben recordar al visitarla que los vehículos no pueden ingresar a la villa, por lo que la tranquilidad es una de las notas características de la misma, y por supuesto, jamás pero de verdad, jamás deberas dejar caer un papel al piso, pues ello puede representar tu boleto de partida, pues son muy rigurosos con el tesoro que deben proteger
Ello no impide que podas realizar todo tipo de deportes náuticos, y de los más variados, se destacan entre ellos, buceo y snorquel, pues las bellezas de su suelo marítimo es en verdad envidiable y única, por lo que A la Praia do Forte y a la Villa, se integra una zona de preservación ecológica, la reserva de Sapiranga, que posee cerca de 600 hectáreas de mata atlántica y forma parte del área de protección ambiental del litoral brasilero.
