Mont Saint-Michel en Normandy (Manche), Francia de noche. Benh LIEU SONG .
La visión de San Alberto: De repente el diablo en forma de dragón aparece encima de Monte Tombe. Parece que desde allí va a hacerse fuerte para inundar el mundo de todo su mal. Pero de pronto, una luz inunda la oscuridad. El Arcángel San Miguel aparece, con su brillante armadura. El bien y el mal libran una épica batalla, pero el Arcángel termina expulsando al dragón. Entonces San Miguel le pide a Aubert, el Obispo de Avranches que construya un santuario en la isla del Monte Tombe.
Esta es la visión que San Alberto, en el año 708, cuando era Obispo de Avranches, tuvo sobre el lugar que hoy se llama Mont Saint-Michel, esta extraña isla “a ratos”, ya que durante la marea alta es una isla, pero cuando se retira el mar se convierte en un istmo.
Pero también nos cuenta la historia que ya para los celtas y los romanos era un lugar de culto.
Las peculiaridades de la zona la convierten en el lugar más visitado de toda la Normandía y en uno de los más visitados de toda Francia, con un promedio de 3 millones de visitantes al año.
Las mareas de Mont Saint-Michel, están consideradas entre las mayores del mundo, que durante la fase de luna llena recorren 15 kilómetros, desde su punto más bajo en el litoral, hasta la isla. Este movimiento de la marea, que además se produce muy rápido, “a la velocidad de un caballo a galope”, suelen decir los habitantes del lugar, se repite dos veces al día.
El origen de la actual abadía se remonta, en efecto, al año 708, cuando el Obispo de Avranches, Aubert, mandó construir en la cima del monte un oratorio dedicado a San Miguel, aunque ha sufrido, a lo largo del tiempo distintas ampliaciones. Así nos encontramos que en el S. IX, los duques de normandía mandan construir una nueva iglesia sobre los cimientos del oratorio, y en el año 966 se establecen allí los monjes benedictinos, los cuales, ante la creciente oleada de pelegrinos que visitaban el lugar, se dedicaron a construir alojamientos para éstos. Destruida la iglesia por un incendio durante las guerras de Francia e Inglaterra, en el siglo XIII, el rey Felipe Augusto ordena su reconstrucción y ampliación a monasterio, que prosigue a lo largo de los dos siglos siguientes, basado en un estilo de construcción que se ha llamado “Normando”, de gran belleza y singularidad y que aquí, en Saint-Michel, alcanzará uno de sus máximos exponentes de esplendor.
Durante estos años se convierte en lugar de peregrinaje, al que llegan incluso los nobles y reyes más importantes. Pero finalmente, inicia su decaída a finales del s. XVII, hasta su total abandono después de la revolución francesa, cuando se convierte en prisión.
A lo largo del s. XVIII muchos intelectuales franceses, entre ellos Victor Hugo, denuncian el lugar y el trato inhumano que reciben allí los presos hasta que en 1863, Napoleón clausura la prisión.
En 1874 el edificio es declarado por el estado Monumento Histórico, iniciándo así un camino de recuperación. En 1897 el arquitecto Petitgrand, discípulo de Violet-Le-Duc, proyecta lo que será la silueta definitiva del monumento, agregándole, durante la restauración, una cubierta neogótica, en forma de flecha y culminando la estructura, 188 metros por encima del nivel del mar, la estatua en oro del arcángel San Miguel, obra del escultor Fremiet. A finales de este siglo se inicia el esplendor turístico del lugar.
En 1969 una comunidad de monjes benedictinos se instala de nuevo en el lugar, comenzado también un nuevo periodo de esplendor espiritual que conduce a nuevas peregrinaciones. En 1972, la UNESCO declara la bahía y el conjunto arquitectónico como Patrimonio de la Humanidad.
Pero no solo es la abadía lo que atrae a los visitantes, es todo el conjunto arquitectónico de la población y sus murallas, los museos, la cursiosidad de los flujos de las mareas, los encantos de la bahía, los lugares próximos que se pueden visitar, los deportes al ire libre que se pueden practicar y una gastronomía propia del lugar que hace las delicias de cualquier visitante, sobre todo si es goloso, pues son famosas las galletas (“biscuits”) de la Mère Poulard, que se llevan elaborando desde 1888 y actualmente se exportan a todo el mundo.
Mont-Saint Michel durante la marea baja
Mont Saint-Michel en Normandy (Manche), Francia de noche. Benh LIEU SONG .
Mont-Saint Michel durante la marea baja