Cerámica griega0 1

Cerámica griega

  • Grecia

La cocción era relativamente simple en principio, pero requería atención y experiencia. Se sabe de un cierto número de vasos mal cocidos, malogrados o con pequeñas imperfecciones, producido por un contacto intempestivo con un vaso vecino. Generalmente, esos defectos no impedían la comercialización del vaso.

Dentro de la multiplicidad de elementos que se asocian con Grecia, las cerámicas tienen un papel preponderante. Estos objetos representan a cabalidad una tradición que no desaparece y que permite conservar un pedacito de la tierra de la gran mitología. Muchas de ellas se pueden ver en museos de todo el mundo pero, sobre todo, disfrutaréis de piezas inéditas durante las vacaciones en Grecia.
En este arte, la cerámica griega incluye lo que comúnmente se conoce como vasos griegos o pintura de vasos griegos. Nacida en el Oriente Próximo, el arte de la cerámica alcanzó en la Antigua Grecia un alto nivel de calidad artística. Constituye un testimonio fundamental sobre la vida y la cultura de los antiguos griegos.
Se conservan numerosos ejemplares de vasos y probablemente representa un parte ínfima de la producción: más de 50.000 vasos provenientes de Atenas subsisten. Por otra parte, los otros objetos han sido destruidos, por el tiempo (madera, tejidos, pigmentos de pintura), o por la mano del hombre, o para su reutilización (piedra, bronce, metales preciosos). Aunque sea fácil destruir un vaso.
La cerámica griega tenía como material de base la arcilla, aunque no todas las arcillas eran iguales. De esta forma podría reconocerse que la arcilla de Atenas era rica en óxido de hierro y con la cocción adquiría un bello color rojo anaranjado. La de Corinto, desprovista de óxido de hierro, tenía un color blanquecino. Estas diferencias permitieron, mediante un análisis químico, determinar el origen de los vasos cerámicos: de este modo, se ha podido saber que las hidrias de Hadra utilizadas en Alejandría, en el periodo helenístico, como urnas funerarias habían sido fabricadas en Creta y no en Egipto.

La arcilla se extraía de canteras o de minas de arcilla, purificada después mediante lavado durante varias semanas. Se ponía a remojo en grandes estanques donde las partículas finas subían a la superficie y eran recuperadas. Esta etapa permitía eliminar las impurezas que podían provocar el estallido en la cocción. A continuación se secaba al sol cortada en bloques. Después eran almacenados durante algún tiempo para que adquirieran sus cualidades plásticas.
La cocción era relativamente simple en principio, pero requería atención y experiencia. Se sabe de un cierto número de vasos mal cocidos, malogrados o con pequeñas imperfecciones, producido por un contacto intempestivo con un vaso vecino. Generalmente, esos defectos no impedían la comercialización del vaso.