Además de los edificios históricos y con belleza estética y arquitectónica, Madrid tiene espacios al aire libre que sirven para compartir en familia y disfrutar de otras opciones. Una de ellas es el parque público de la ciudad, la Casa de Campo.
El parque está anexo al Monte de El Pardo y tiene una extensión de 1.722,6 hctáreas, incluyendo los terrenos del Club de Campo, al que cedió parte de su superficie. Esta superficie duplica la del Bois de Bolougne, en París, es cinco veces más grande que el Central Park de Nueva York o 6,5 veces más grande que Hyde Park de Londres.
La Casa de Campo fue propiedad histórica de la Corona Española y coto de caza de la realeza. Tras la proclamación de la Segunda República, fue cedida por el Estado al pueblo de Madrid, estando desde entonces abierta al público.
En su interior se encuentran situadas diversas instalaciones, como el Parque de Atracciones, el Zoológico, el Teleférico, parte de los recintos feriales de IFEMA (Institución Ferial de Madrid), el pabellón multiusos Madrid Arena, la Venta del Batán y diferentes instalaciones deportivas populares.
El recinto de la Casa de Campo va a surgir como tal debido a su proximidad a la ciudad de Madrid, y muy especialmente al Palacio Real, surgido a partir de 1537 tras la reforma del antiguo Alcázar por parte de Carlos I. Unos años antes, en 1519, Francisco de Vargas, miembro del Consejo de Castilla en tiempos de los Reyes Católicos, construye una “casa de campo” en los terrenos que posee su familia al otro lado del río.
Durante el reinado de Felipe IV, el interés por la Casa de Campo decrece en favor del Palacio del Buen Retiro, inaugurado en diciembre de 1633. Concebido en un principio como lugar de descanso para la Corte, el nuevo palacio llega a convertirse en segunda residencia del Rey, y después en lugar de celebración de toda clase de actos y vida galante de la Corte. Nada digno es de destacar en la historia de la Casa de Campo durante el reinado de Carlos II, por lo que a finales del siglo XVII y principios del XVIII la posesión real entra en decadencia, a la que también contribuye la mala administración del recinto.
Para disfrutar de la Casa de Campo, pero también de todos los edificios históricos del centro de la capital, los turistas se hospedan en hoteles en Madrid céntricos ubicados por todo el casco antiguo de la ciudad.