Durante el siglo XVI, Sevilla afianzó relaciones comerciales con otros países, especialmente con Italia. Este crecimiento comercial motivó a muchos forasteros a asentarse en la ciudad entre ellos alemanes, venecianos, genoveses. Por lo mismo, estos nuevos residentes demandaban obras de arte de calidad. Esto impulsó al desarrollo de la cerámica sevillana.
La cerámica sevillana viene de una larga tradición. Si bien al principio era de influencia musulmana, luego pasó a un estilo renacentista Su mayor centro productivo se encuentra en la ciudad de Triana. Poco a poco, los diseños de sus azulejos dejaron de ser figuras geométricas repetitivas, para convertirse en grandes paneles que representaban escenas, generalmente de tipo religioso. Sus usos han sido variados Se ha empleado con motivos decorativos, como por ejemplo en azulejos o baldosas. O también en productos funcionales como macetas, bandejas, vasijas, vajilla, jarrones, etc.
Cabe destacar que varios artistas extranjeros ejercieron su influencia en el desarrollo de la cerámica sevillana, quizá el más importante fue el italiano Niculoso Pisano quien introdujo el estilo renacentista y el azulejo plano pintado; siendo sus obras más importantes en los Reales Alcázares y el Monasterio de Santa Paula. A su vez Cristóbal de Augusta tiempo después consolidaría esta técnica, siendo su mayor obra la azulejería del palacio gótico.
Fueron los aristas de la familia Pickman, quienes abrieron una tienda de importación de vajilla inglesa grabada en la ciudad en 1838. Luego sería Charles Pickman, quien reprodujera las mismas piezas grabadas inglesas para la cartuja de Sevilla con grabados de la naturaleza y temas orientales.